REALITY BACKSTAGE

Se acerca el momento de partir, otra vez..

De dejar atrás este frío, sucio, permisivo y deshabitado cuarto, tan impresentable como lejano del mundo.

Solo por una noche un espíritu forastero, atrevido se lastimó los hombros al pasar entre los vidrios rotos de una pequeña ventana y se refugió en mi cama, pero alarmante mi temor lo ahuyentó a las 3 am y no volví a saber de él.

No dejo el calabozo sin agradecerle con euforia su hermetismo, sus ganas de contener mi voz que nunca ha salido de estas cuatro paredes que fueron espejos forrados de ambición por demostrarme que el infinito le pertenece al tiempo, haciendo de mi dormitorio el laberinto más original y abstracto que haya imaginado.

Las escaleras hacia el ascensor, el rock, el funk, los armónicos, la armonía... pude sentir lo que significa una vida armoniosa, desglosando la antítesis de una vida calificada como normal..

Mis ideas se treparon a la nebulosa cuando las palabras me explicaron que la realidad es inexplicable pero más sencilla de lo que el más centrado filósofo ha logrado interpretar desde lo más profundo de su inconciente.

Durante mi estadía aprendí a usar el sentido del tacto en los sueños, desaprendí como apagar la voz en off de mi cabeza, a que la música se escurra por las uñas y me recorra bajo la piel que contuvo pocas cosas más que vacío sentimental.
Con una mente vulnerable a todo lo que consuma y de una curiosidad abismal. (Punto aparte y se termina el torbellino).

¿Cómo describir el momento en que se consume, como un fósforo, el entusiasmo de saborear los placeres fugaces que yacen entre las grietas de las relaciones sociales más superficiales?

Creyendo y trabajando por la cosecha de un campo imaginario que salvaría el mercado de los valores morales fui perdiendo terreno en la fantasía de mis queridos, que ya no esperan que un tren me lleve de regreso a mis años de secundaria con esa ingenuidad que los hacía reír.

Fue por el miedo al aire que me adapté a las noches sin luna y no hubo amanecer o atardecer que me volviera en su color separándome de la jornada anterior y empujándome a gloriosos días entrantes, que olvidaran sostener las tensiones de mi cuerpo rígido como las obstinadas elecciones que lo manipularon hasta los últimos días.